¿Quién representa hoy a los más de siete millones de venezolanos que han tenido que abandonar su país buscando vivir en democracia y libertad?
El futuro de Venezuela no se decide solo dentro de sus fronteras. Con millones de ciudadanos en el exilio y un régimen que ha cerrado las vías democráticas, la necesidad de una representación legítima en el exterior cobra más fuerza que nunca. Aunque Edmundo González Urrutia negó en su momento la posibilidad de establecer un gobierno en el exilio, la realidad actual exige nuevas estrategias para seguir resistiendo e incidiendo en los escenarios internacionales. Es fundamental avanzar en mecanismos que permitan proteger a los ciudadanos migrantes, fortalecer los apoyos multilaterales y construir estructuras organizadas de gobierno.
Una opción viable para la democracia venezolana
La crisis política y social en Venezuela ha generado un fenómeno migratorio sin precedentes, con más de siete millones de venezolanos buscando mejores oportunidades en el extranjero. En este contexto, la posibilidad de establecer un gobierno en el exilio liderado por Edmundo González Urrutia representa una alternativa legítima no solo para la continuidad institucional de la democracia venezolana, sino también para aliviar la situación de los migrantes en los países de acogida.
A diferencia de intentos previos como el Gobierno Interino de Juan Guaidó, Edmundo González Urrutia cuenta con una base de legitimidad electoral incuestionable. En las elecciones primarias y en las proyecciones de voto antes del fraude electoral de 2024, más del 70% de los venezolanos le otorgaron su respaldo, incluyendo a la diáspora, que fue despojada de su derecho al voto. Esto le confiere un mandato real y una representatividad que puede traducirse en acciones concretas a nivel internacional.
Reconocimiento internacional y diplomacia efectiva
El reconocimiento de un gobierno en el exilio no puede limitarse a una declaración simbólica. Para que tenga un impacto real, la gran cantidad de países que han respaldado a Edmundo González Urrutia deben extender ese reconocimiento a las estructuras diplomáticas y administrativas que este gobierno establezca.

Históricamente, los gobiernos en el exilio han sido fundamentales en la resistencia contra regímenes autoritarios y la defensa de los derechos de sus ciudadanos. Ejemplos como el gobierno republicano español en el exilio, respaldado por México tras la Guerra Civil Española, o el Comité Francés de Liberación Nacional liderado por Charles De Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial, demuestran que esta estrategia puede ser efectiva si cuenta con una estructura operativa bien definida. Asimismo, el caso de Bielorrusia es un referente reciente: tras las fraudulentas elecciones de 2020, la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya estableció una estructura de gobierno en el exilio con reconocimiento parcial de varios países europeos, permitiendo mantener viva la causa democrática bielorrusa.

Un gobierno en el exilio de Edmundo González Urrutia podría establecer consulados y oficinas de atención para la diáspora venezolana, asegurando que los migrantes cuenten con representación efectiva. Esto permitiría la gestión de documentos esenciales como pasaportes, certificaciones de identidad y antecedentes penales, instrumentos clave para garantizar la estabilidad de los venezolanos en el exterior.
La validez de la documentación venezolana en el exterior
En el derecho internacional, la validez de la documentación oficial depende del reconocimiento del gobierno que la emite. Si un país no reconoce al régimen de Nicolás Maduro como legítimo, tampoco debería reconocer los documentos expedidos por su administración, ya que hacerlo implicaría una contradicción en términos de política exterior. Además, obtener actualmente estos documentos resulta costoso y complejo para los venezolanos que residen fuera del país, lo que agrava aún más su situación migratoria.
Una alternativa viable sería la implementación de acuerdos de reconocimiento migratorio entre el gobierno en el exilio y los países que lo respalden, permitiendo el uso de documentos locales o la convalidación de identificaciones emitidas por organismos internacionales. Esto no solo reduciría los costos y la burocracia para los venezolanos en el exterior, sino que también garantizaría mayor seguridad jurídica y estabilidad en su estatus migratorio. Además, representaría una manera coherente de honrar el reconocimiento otorgado a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo, dándole verdadera capacidad de gestión sobre la situación de la diáspora venezolana.

La creación de un sistema de identidad propio del gobierno en el exilio podría ser una solución efectiva. Si los países que reconocen a Edmundo González Urrutia como presidente también aceptan la validez de los documentos emitidos por sus representaciones diplomáticas, esto facilitaría la movilidad y permanencia regular de los venezolanos en esos territorios. La Convención de Viena sobre Relaciones Consulares respalda la función de las misiones consulares en la protección y asistencia a sus nacionales en el exterior, lo que podría servir de base legal para este tipo de iniciativas. Además, de existir acuerdos con gobiernos que reconozcan a Edmundo, pudieran evitarse o reducir los impactos de decisiones como la que ha tomado la administración de Trump y que afecta a los migrantes. Esta sería una verdadera prueba de fuego para que un presidente como Edmundo pueda gestionar soluciones concretas a favor de la diáspora.
Estructuras político-administrativas para la gobernanza de la diáspora
Para que un gobierno en el exilio sea efectivo, no basta con la representación diplomática. Es fundamental la creación de estructuras político-administrativas que permitan la gestión efectiva de la diáspora. Esto requeriría la participación de funcionariado y líderes electos por los propios migrantes, estableciendo una gobernanza descentralizada que responda a las condiciones específicas de cada país de acogida.
Se podrían crear Consejos Regionales de Venezolanos en el Exilio, con representantes elegidos democráticamente por la diáspora en cada territorio. Estos organismos tendrían la tarea de coordinar con los gobiernos locales, promover la integración de los migrantes y articular políticas de regularización y acceso a derechos ciudadanos. Además, permitirían que la comunidad venezolana participe activamente en la toma de decisiones sobre su futuro.
Un gobierno en el exilio con impacto real
Un gobierno en el exilio liderado por Edmundo González Urrutia podría ser mucho más que una declaración política. Contar con el reconocimiento de la comunidad internacional y desarrollar estructuras político-administrativas sólidas, podría convertirse en una herramienta fundamental para mejorar la situación de la diáspora y servir de prefacio al gobierno real que eligieron los venezolanos.

El reconocimiento diplomático debe traducirse en la aceptación de la documentación expedida por este gobierno, facilitando la movilidad y permanencia regular de los migrantes en los países de acogida. Además, la creación de estructuras de gobernanza permitiría la participación de la diáspora en la toma de decisiones, asegurando que las políticas implementadas respondan a sus necesidades.
Este modelo no solo fortalecería a la comunidad venezolana en el exterior, sino que también sentaría las bases para una futura transición democrática en Venezuela, demostrando que la resistencia no solo se da dentro del territorio nacional, sino también desde el extranjero, con organización, liderazgo y visibilidad internacional.
