Escrito por J. R. Bertorelli
Ana Isabel Aguilera es especialista en desarrollo social en el Banco Mundial y muchos la vimos unos días atrás en un video viral en el que está recibiendo un reconocimiento de la universidad de Chicago, casa en la que estudió una especialización. Allí, con pocas palabras, en pocos minutos, resumió la labor titánica que realiza en pro de los migrantes y en particular de la diáspora venezolana.
Desde su diario hacer, Ana Isabel enaltece nuestro gentilicio. Nos representa como sinónimo de pasión, talento, esfuerzo y dedicación. Destaca sus logros en una gestión incansable en la coordinación de recursos económicos, humanos e institucionales para que el gobierno de Colombia en conexión con organismos multilaterales haya regularizado la situación migratoria de más de 1.800.000 venezolanos. Ella también lideró una iniciativa para aplicar imágenes satélites de la NASA y con ello levantar un completo mapa del flujo migratorio de la población siria a países vecinos. Su exitosa labor a favor de los desplazados ha alcanzado a 20 países en África, Medio Oriente, América Latina y el Caribe.
Ana Isabel tiene una predica muy concisa y verificable. Ella trabaja para para desmontar mitos: “No es cierto que la migración es perjudicial. Eso es absolutamente falso. La migración genera beneficios y no solo cuando es calificada sino también si se trata de refugiados o gente pobre.
Desde el Banco Mundial tenemos estudios globales que demuestran que incluso cuando los migrantes son refugiados o las poblaciones muy vulnerables, también traen beneficios económicos importantes. Siempre pongo como ejemplo que en Estados Unidos no habría Silicon Valley sin esa mano de obra poco calificada que son quienes mantienen limpios los edificios, cocinan, etcétera”.
Una montaña rusa
Aguilera hoy vive en Washington (sede del Banco Mundial), se graduó de economista en la Universidad Católica Andrés Bello (Montalbán, Caracas), a partir de allí no ha parado de especializarse y trabajar. “Siempre digo que mi vida y mi carrera no han sido como una línea, sino más bien como una montaña rusa. Efectivamente me gradué Católica y estoy muy agradecida porque creo que eso me dio un kit de pensamiento muy específico y versátil».
Trabajé en la CAF, en Caracas y realizé una maestría en políticas públicas en la Universidad de Chigaco, siempre pensando que iba a regresar. Me especialicé en temas de desarrollos urbanos, en cómo funcionan las ciudades. Nada de eso tenía que ver con la migración.
Una de esas materias llamada Sistemas de Información Geográfico me permitió lograr mi primer trabajo en el Banco Mundial. Eso fue además gracias a una venezolana con la que me tomé un café y le estaré eternamente agradecida: Marisela Montolio Muñoz -que en paz descanse-. Ella fue una mentora muy importante para mí y me incluyó en un equipo con el que en el 2013 trabajamos con imágenes satelitales de alta resolución para mapear unas 40 ciudades en África. Necesitábamos estimar los impactos que había tenido el desplazamiento humano de sirios en el Líbano, en Jordania y en el sur de Turquía. Al final, recibimos apoyo de la NASA para levantar ese nuevo mapa poblacional de la región y así mi primera aproximación al tema migratorio.
Llegar al tema migratorio venezolano: Llamado de la sangre, de las raíces
En el 2018 yo laboraba para una unidad global y trabajábamos con Medio Oriente, África, otras regiones. En esos meses explotó el éxodo venezolano y si bien ha habido muchas olas migratorias desde Venezuela, en esos meses hubo un pico muy importante que movilizó a la comunidad internacional.
Entonces creo que se combinaron dos cosas: la sangre y por supuesto, el gentilicio. Yo quería hacer algo. Dada mi experiencia ganada en Medio Oriente, yo sabía que el Banco Mundial tiene instrumentos financieros y técnicos para responder a los países. Sobre todo, a los países que acogían estos flujos migratorios. Así nos juntamos con varios colegas quienes también tuvieron esa visión y unimos fuerzas para tratar de convencer, influenciar y educar a todo el portafolio de América Latina.
Recordemos que esta migración era un evento completamente nuevo. Si bien, la nuestra es una región que ha migrado durante años, nunca había estos volúmenes ni en estas condiciones de vulnerabilidad. Entonces yo creo que eso de alguna manera pues tomó a todo el mundo por sorpresa y, bueno, felizmente hemos podido dar un apoyo importante desde entonces.”
Mitos migratorios:
Aguilera nos define en cinco claves, las falsas creencias que más se repiten en temas migratorios.
Lo primero es ver la migración como un problema que hay que detener. En la narrativa de casi todos los países donde nosotros trabajamos la migración es ese flagelo que hay detener. Se ve siempre como un problema y no como una oportunidad. Entonces yo creo que es importante aquí resaltar que los economistas hemos pasado años, las últimas tres o cuatro décadas documentando los beneficios económicos de la migración. Ese intercambio, ese flujo genera intercambio de conocimiento, de dinero, de capital, de habilidades y eso sin duda es beneficioso.
Sin embargo, a pesar de que hay un consenso importante en la literatura económica sobre los beneficios de la migración, las barreras las seguimos viendo hoy en día.
Sigue ocurriendo en todos los países: Estados Unidos, Europa, América Latina, Asia. Siguen esas barreras sociales. Ese miedo al desconocido, a la persona que es diferente, que luce diferente, que habla diferente…
Otro mito muy grave es el estigma. Por ejemplo: todos los migrantes son ladrones, todos los migrantes son criminales. Eso no es cierto, la mayoría de los países en los que trabajamos la tasa de criminalidad de la población migrante es muchísimo menor que la de la población local. Porque la mayoría de la gente que ha logrado salir, huir de su país, establecerse en otra parte, lo menos que quiere es meterse en problemas. Por supuesto que hay personas migrantes que pueden cometer actos delictivos, pero allí entran en escena otras razones y no expresamente porque sean migrantes.
También está el tema de las remesas. De si son positivas o negativas. Ha habido una discusión histórica sobre eso. Yo o creo que cuando un capital privado se mueve de un lado a otro es positivo y generalmente ayuda a reducir pobreza.
Mucho se dice también que la migración solo genera beneficios cuando es calificada. Pero si son refugiados o gente pobre no genera beneficios. Eso también es absolutamente falso. Desde el Banco Mundial tenemos estudios globales que demuestran que incluso cuando los migrantes son refugiados o muy vulnerables también traen beneficios económicos importantes.
Otro mito que se repite es que los migrantes vienen a suplir o a sustituir el trabajo de las comunidades locales. Eso podría ser cierto apenas en segmentos muy específicos. Pero en la mayoría de los casos es al revés, porque los locales ya no quieren hacer ese tipo de trabajos. Los migrantes llenan plazas vacantes que los lugareños desdeñan. No es que los migrantes desplazan gente de esos sectores sino que esas plazas están vacantes.
Nuevas tecnologías, inteligencia artificial y migración
A propósito de esta novedad tecnológica conocida como IA, Ana Isabel Aguilera nos indica que “ahí hay riesgos y oportunidades muy importantes. Hay también consideraciones éticas muy importantes. Yo he trabajado siempre con tecnologías y me gusta este tema. En cuanto a la inteligencia artificial, ya existen chatbots para migrantes. Por ejemplo: líneas de emergencia, líneas de atención, que al final sistematizan información que está ahí, pero que la gente no tiene cómo acceder o entender rápidamente. Esos chatbots simplifican palabras que son complicadas o páginas web que son más enredadas.
Ya existen aplicaciones, existe una de la UM que permite rápidamente obtener respuestas o potabilizar esa información, hacerlo viable. Eso me parece que tiene un gran potencial.
Donde creo que hay riesgos al aplicar esta tecnología es en la desinformación. La gran mayoría más del 90% de los migrantes en América Latina se informan a través de WhatsApp, Facebook, Instagram y TikTok. Casi nadie se mete en una página web. Eso no existe para la gran mayoría. Yo creo entonces que la inteligencia artificial puede fomentar un poquito la desinformación y hay mucha gente que se beneficia de esa desinformación. Eso algo con lo que trabajamos muy activamente con todos nuestros socios (ACNUR, OIM, etc).
También creo que en la generación de imágenes con inteligencia artificial pudiera haber un riesgo. Por ejemplo, que se cuenten historias que parecen reales pero que no lo son y creo que para eso no estamos preparados, honestamente.”
Una reflexión para Venezuela. ¿Qué puedo hacer en este momento para tratar de mejorar mi país?
Esa es una pregunta muy profunda, nos dice. “Yo creo que nosotros los venezolanos -y aquí me permito hacer una reflexión que a lo mejor sea un poquito controversial-, también tenemos una idea un poco épica del deber cívico, construido sobre el principio, casi militar, de la independencia; de Bolívar, etcétera. Hay un libro espectacular que se llama la Herencia de la Tribu de Ana Teresa Torres que yo creo que transmite cómo podemos ejercer ese deber cívico desde la labor que hace cada uno en el día a día.
La tarea que tenemos es la de ser excelentes, ser impecables en lo hacemos. Sea lo que sea que uno haga. Tener un compromiso, dejar el gentilicio en alto. Creo que eso es importante.
Hay otro libro que yo les leo a mis hijos y que termina diciendo que el país vive en nosotros, estemos dentro o afuera.
Entonces creo que debemos vivir orgullosos de nuestra cultura, de nuestro idioma, pero tampoco sin sobre hacerlo.
Nuestro país es -en términos económicos- el producto nacional bruto. Es decir, todo lo que generamos todos los venezolanos estemos afuera o adentro. Lo que debe lograr cada uno de nosotros es hacerlo lo mejor posible y usar todo para aprender y crecer
Nuestra experiencia migratoria es una experiencia colectiva nueva. A diferencia de otros migrantes, venimos de un país muy rico. Entonces somos como una sociedad un poco traumatizada. O sea, no es que toda la vida hemos migrado, sino más bien al revés, toda la vida recibimos migraciones. Todavía en nuestras generaciones tenemos recuerdos de una Venezuela mejor que contrasta con esta en continua desmejora.
Por eso, creo que es muy importante para cada uno de mosotros aprender, aprender, aprender y llevar ese conocimiento a nuestra familia, a nuestra comunidad, a nuestro espacio.
J. R. Bertorelli
Jesús Rivero Bertorelli. Periodista y educador egresado de la UCAB